
Ayer volví a escribir… sin dolor.
Sentí cómo retornaba a mis dedos ese placer dulce y tenue del contacto con las teclas, con su familiar sonido. Fue como abrazar a un viejo amigo después de un tiempo sin vernos. Fue como el beso de un hijo después de un día de duro trabajo.
Y regresé a Somnia.
Fui como siempre: solo, asustado, ilusionado, emocionado, intrigado.
Apenas fueron unos minutos paseando por Somnia, pero me maravillé ante su grandeza y variedad. ¡Oh si pudierais ver por un instante su increíble belleza y visitar algunos de sus rincones más extraordinarios…o más terribles!
Sobrevolé las montañas de dunas, me interné en enormes celotes con templos hermosos, corrí entre las arañas gigantescas de Tiv, y me senté un rato junto a un soldado herido y su capitán.
Y cuando volví a mi realidad… ¿Sabéis lo que se siente cuando terminas las vacaciones? Pues algo así siento cada vez que abandono Somnia.