Acabo de dejar de seguir en Instagram un perfil dedicado a historia y arqueología, debido al color ideológico de sus publicaciones y a las inexactitud de sus datos. Nunca debería haberlo seguido, pero a veces subían fotos interesantes, como una del Titanic alejándose la costa que me llamó mucho la atención.
Pero ahora comprendo que el saber sí ocupa lugar, que para conocer bien la historia no basta con unas líneas y que las redes sociales son a menudo vehículo de pequeñas mentiras que van poco a poco horadando la piel de nuestra memoria, hasta hacernos agujeros profundos en la verdad. Nunca creáis eso de que «la historia la escriben los vencedores». En realidad, y tristemente, la historia se está escribiendo continuamente. Y creedme, es trascendental para nuestra vida.
Leed buenos libros, sed críticos, no os canséis de saber más, valorad las cosas con temple, no seáls blancos o negros para todo, y procurad no dejaros influir demasiado por las modas y por las redes sociales.
Por mi parte, no discuto con mentirosos ni con comunistas, es una vieja y sabia costumbre que ha evitado muchos malos ratos y mucho tiempo perdido.