
Lloro por quienes te dicen “te quiero”, o “eres mi amigo”, pero luego construyen su vida envuelta en muros. Son hombres-pozo, seres-agujero: se hunden en su propia oscuridad, detenidos por barreras que solo ellos conocen; y lo peor no es que ellos no puedan salir, sino que no dejan a nadie entrar.