Queridos amigos de Somnia:
En plena pandemia de ferias de libros por esta España manchada por el Covid-19, ayer tuve la inmensa alegría de presentar Canción Eterna, más de un año después de su publicación, en la mismísima Ciudad Imperial, la majestuosa Toledo en la que vivo y trabajo desde hace tantos años, y que no deja de sorprenderme y admirarme.
Fueron muchos los amigos y vecinos de Toledo que pasaron ayer por la presentación de Canción Eterna, y posteriormente por la caseta de Célebre Editorial, donde estuve firmando ejemplares y charlando con lectores presentes y futuros, siempre bien acompañado por el editor que todo lo sostiene y lo anima, mi estimado Ricard Pérez.
¿Qué decir de la experiencia?
¿Cómo trasladaros los sentimientos de un escritor en un día como este?
Si hubierais visto la luz en mis ojos, la sonrisa en mi cara, la ilusión en mis palabras, la afectuosidad de mis gestos, y los nervios previos, no necesitaría explicaros nada. Si hubierais notado el fuerte y acelerado latido de mi corazón, si hubierais sentido la respiración entrecortada de mis pulmones, si hubierais contemplado cómo mis pupilas se contraían, concentradas en cada uno de los que pasaban por allí, entenderíais muchas cosas por vosotros mismos.
Pero es necesario que os lo diga con palabras sencillas: siento una inmensa gratitud por todos los que me dedicaron siquiera un minuto, por todos los que no pasaron, sino que se detuvieron a interesarse por mi obra y por mí. Días como ayer hacen que todo valga la pena. Las personas, los lectores, hacen que ser escritor tenga sentido.
Todos me trataron con un cariño especial. ¡Son tantos los nombres a los que debo un reconocimiento! No quisiera dejarme ninguno. Ellos saben quiénes son y a quiénes me refiero. Mi familia, mis amigos, mis conocidos y vecinos, antiguos profesores, y mucha gente a la que jamás había visto. Quiero acordarme especialmente de Leo, en su primera (de muchas futuras) feria de libros; también de la pequeña Ana, que me llevó de regalo una piedrecita blanca que había guardado especialmente para mí; y de la pequeña Helena. A los demás ya les he dicho lo que siento en persona, y cómo los amo y les agradezco que siempre estén a mi lado. Y no quiero olvidarme de Ricard, por quien todo esto fue posible ayer, quien ha creído en mí desde el primer día y quien me sigue animando con palabras que no he recibido de ninguna otra persona y con una apuesta decidida y firme por Canción Eterna, también su segunda parte, que pronto saldrá al mercado.
Por supuesto, hablamos mucho de Canción Eterna, y firmamos ejemplares, muchos ejemplares, porque la fantasía épica todavía tiene mucho que ofrecer al lector y ha venido para quedarse, para enardecer el espíritu, para levantar el ánimo, para contagiar ese ánimo heroico que nos convierte en seres especiales y nos aleja de nuestra simple condición mortal y vegetativa.
Soy un escritor enamorado de lo que hace. No soy un escritor profesional, pero está ahora en vuestras manos. Os invito a comprar Canción Eterna a través de Amazon, o a pedírmela a mí, que todavía conservo cinco o seis ejemplares, antes de que se terminen (os llevaréis vuestro ejemplar firmado). Aquí debajo os dejo el enlace para adquirirlo en Amazon. Y luego podréis ver algunas fotos más.
No os olvidéis de comentarme algo o de dejar vuestra valoración en Amazon si lo habéis leído, para que se recomiende a más personas.
Gracias a todos. ¡El próximo viernes 21 nos vemos en la Feria del Libro del Puente de Vallecas (Madrid)!
Y como regalo especial, para todos los que habéis llegado hasta aquí, voy a dejaros algo muy especial para mí: el discurso que tenía preparado para la presentación y que, finalmente, no seguí al pie de la letra, porque dejé los papeles a un lado y decidí lanzarme por el camino de la improvisación. Lógicamente, me acordaba de algo del discurso que había preparado, y reiteré las ideas fundamentales. Espero que os guste y, por supuesto, que me dejéis un comentario aquí o en redes sociales. Lo podéis leer o descargar en pdf justo aquí debajo.
Por último, quiero haceros una recomendación culinaria. Estuve cenando con mi esposa en el restaurante mexicano «Amor de mis amores», de Toledo. Quiero agradecerles públicamente su sabroso menú y su buena atención. Y quiero recomendarles, para que todos los que van a Toledo y gustan de la comida mexicana disfruten de este restaurante que yo no conocía y que me sorprendió gratamente. Aquí os dejo su página de Instagram para que la vayáis consultando. Hacen falta más lugares así. Hace falta apostar por nuestros negocios locales. Y hace falta que todo vuelva pronto a la maravillosa (y nunca bien valorada) normalidad.