La segunda parte de CANCIÓN ETERNA sigue su curso. Sigo trabajando en el manuscrito y la obra sigue creciendo, aunque despacio. Cuando subo fotos a Instagram, o a Facebook, no lo hago para que nadie me comente o me alabe, sino para tener vuestra complicidad, para sentir vuestro aliento. Crear un universo no es fácil, y la soledad del creador a veces produce cierto temporal desaliento.
Aquí no hay trampa ni cartón. Estoy trabajando en silencio, sin estridencias, dejando que la obra fluya a través de mí, con calma, a veces incluso con parsimonia, porque no conozco otra forma de hacer las cosas que poniendo toda el alma. Y, amigos míos, no todos los días el alma está preparada. Hay días en que, simplemente, no está…
Os dejo una captura de hoy mismo. Fijaos bien, porque, según el procesador de textos, llevo escritas 703 páginas y (ahí es nada) la friolera de 205633 palabras.
¿Os parece suficiente ya o no?
No sé a vosotros, pero mi obra dice que no, que aún no es suficiente.
