Queridos somnianos:
Un escritor lo es porque está en continuo proceso de creación. No se detiene en seco después de acabar una novela o publicar un artículo. Nunca se frena del todo, en realidad, incluso cuando está en reposo. Porque la mente creativa trabaja constantemente, aun cuando parezca que no trabaja. No deja nunca de observar, aprender y sintetizar, no deja nunca de sentir, y las palabras fluyen cuando deben hacerlo, no antes, cuando alguna chispa hace prender el fuego de la lengua.
Como prueba de esto, comparto con vosotros algunas de las nuevas meditaciones que algún día figurarán en una edición extendida o una segunda parte de El Maestro de los Vientos. Por cierto, si queréis leer la primera, la original, podéis encontrarla en Amazon y leerla incluso en vuestro móvil. Os puede acompañar en el Metro.
Espero que os gusten.

Sé que no soy lo que tú esperas, pero sí lo que necesitas. Porque el corazón humano no se satisface con sueños de una noche de fiebre, que permanecen en nuestra ilusión como promesas falaces y danzantes, sino con las lluvias finas y constantes del amor sostenido y secreto, quizás gélidas, pero llenas de vida.
Hay en mí lo que tú ves y miles de océanos más. Y no todos tienen un centímetro de profundidad.
Siempre tuve el alma rota. Nací con ella partida. Pero no me enteré hasta que me hicieron mirar hacia dentro, hacia el dolor que como un gusano me corroía, sin que pudiera expulsarlo.
¡He dicho tantas cosas que solo están en mi mente! Luego la realidad ha desaparecido de mis ojos, y mi memoria ha recordado solo la mentira de mis palabras.
Todas las veces que te dije “te quiero” y no me contestaste con un beso fueron un puñal invisible. Un día te extrañaste de verme desangrado en el suelo.