
LA EDAD DORADA.
Estoy enganchado a esta serie de HBO. Lo reconozco.
Se trata de una serie de época que nos sitúa en la ciudad de Nueva York a finales del siglo XIX, en torno a varias familias ricas (y no tan ricas), que batallan entre sí larvadamente (y a veces abiertamente) por la relevancia social. Dos bandos claramente diferenciados, los modernos y los tradicionales, se enfrentan sobre el tapete de la alta sociedad neoyorkina, mientras surgen amores, deseos, fracasos, decepciones…
Es una de esas series que están hechas con un cuidado extremo, con unos decorados magníficos, con un vestuario derrochador, una música envolvente, un guion trabajado y con diálogos de peso, y con unas actuaciones que rayan lo brillante. Una producción más de HBO a un nivel que hace que merezca la pena pagar la suscripción.
La historia en principio comienza con la señorita Brooks, que se traslada a vivir a Nueva York tras morir su padre. Pero pronto descubriremos a sus tías, a los nuevos vecinos del barrio, los millonarios Russel, y a un sinfín más de personajes cuyas vidas se mezclan en un cóctel de ambiciones, racismo, dolor, amistades, sueños y desesperanza. Veremos cómo crece la Cruz Roja en Estados Unidos, cómo se expande la industria del tren, cómo los grandes banqueros de Nueva York hacen y deshacen, y mil cosas más.
Os invito a verla. En casa ya esperamos cada semana que llegue el martes para ver el capítulo nuevo, porque es el día que se estrena.