La noche mece
tus miembros caros,
y el dulce sueño
arrecia en tus ojos.
Puedes dormir
en pensamientos
ilusionados,
pero no te apures,
solo déjate mecer
por la triste noche
y el calor de mis brazos,
hasta que el lento día
llame a la puerta
de tus párpados,
y la veloz golondrina
en su atrevido nido
chille bajo el ala
del alto tejado.