Viernes 13, día con mal fario cinematográfico. Feria del Libro de Toledo. Feria del Libro en mi ciudad preferida. Con mi novela. Con mi editorial. En mi ambiente. Día caluroso (¡viva Toledo!). Turistas, lectores y amigos (no todos, algunos se excusaron, otros me ignoraron). Una tarde calurosa, pero soportable. El mes de mayo de Toledo, mezcla de desierto y brisa. Cientos de personas, sonrisas, entrevistas, y lectores deseosos de una segunda parte. Una feria satisfactoria. Doy gracias a Dios por vivir momentos bonitos. La literatura me los ha facilitado, y vosotros los habéis hecho realidad.
Os dejo mi cara de alegria.

Pero el domingo 15 llegó la Feria del Libro de Fuenlabrada. Sin amigos (siempre). Sin lectores (qué pena). Una Feria del Libro descafeinada, gente que va y viene porque es un parque lleno de familias y niños, pero saludas y te ignoran, invitas a leer tu libro y te responden con miradas distantes; se quejan del precio de los libros, pero hablan entre ellos de que tienen en casa los disneys, los movistares, los netflixes y seis mil pelis que nunca verán. Una hora sin fruto. Sentirse un cero a la izquierda. Visitantes mudos y sordos. Hablar con la ausencia. Mirar al horizonte. Parece que solo existieran los cuentos para niños. Miran y miran pero no preguntan; preguntas, pero no responden. Amigos que no están ni quieren saber cómo te ha ido. Una tarde de domingo desagradable.
Sin embargo, unos simpáticos hobbits pasaron y se hicieron una foto conmigo y con mi libro, porque en La Comarca son más amables, más educados y más cultos. Os dejo foto con mis nuevos amigos.

Así es la vida de un escritor del montón. No hay carteles publicitarios para mí. Hay encuentros felices con personas concretas que deciden salir de su zona de confort e interesarse por la humilde obra de un autor mendicante, pero no hay masas enfervorecidas, ni atenciones especiales, ni siquiera la admiración respetuosa y rendida que se le puede ofrecer a alguien capaz de crear mundos imaginarios donde los demás puedan perderse y encontrarse.
He aprendido mucho este fin de semana. He abierto los ojos respecto a personas. He adquirido experiencia como hombre. He conocido la satisfacción y la frustración, con tan solo dos días de diferencia. Me he asado de calor por mi literatura y he comprendido que no se puede prender la luz en aquellas personas que no la llevan ya dentro, aunque parezca contradictorio. Y he puesto los pies sobre la tierra, porque las buenas y las malas experiencias te ayudan a medir la realidad de tus aspiraciones y la certeza de tus esperanzas.
Para vuestra ilustración, os dejo algunas fotos más de estos dos días, tanto de Toledo como de Fuenlabrada.






