Los grandes pensadores de la historia de la filosofía han tratado de diferenciar entre ser y no ser, y de ofrecer una coherente visión de ambos en el marco de la vida humana y de la idea del universo que nos rodea. Ya fue uno de los temas principales que ocuparon a los primeros filósofos griegos. Las grandes revoluciones filosóficas han venido quizá por este camino: se trataba de volver al ser, al verdadero concepto del ser, abandonando ideas equivocadas o la senda del no ser. Problema: la apariencia. Ésta es el no ser disfrazado de ser; es una sombra que tiene ropajes y perfiles de cuerpo entero. La apariencia es, pero su ser está en esconder la realidad que es (el no ser) y en mostrar la realidad que no es (el ser). Pero ¿dónde está la cuestión de fondo? En el criterio de verdad. Más aún: en los parámetros últimos sobre la verdad y la existencia; en definitiva, en el sistema de los principios del razonamiento y del ser. Hasta el concepto de ser y no ser dependen de estos principios. Pascal decía que no se demuestran, sino que se sienten. Aristóteles decía algo parecido, aunque no habría aceptado lo del sentimiento. Platón tenía en la mente algo muy parecido a una “intuición lógica”. En todo caso, está claro que ellos mismos son indemostrables, puesto que no puede haber demostración alguna sin ellos y son anteriores a todo pensamiento. Otra cosa es que puedan corregirse, o que pueda refutarse (o no) a quienes los niegan o los ponen en duda. Es ésta una apasionante cuestión: la de la verdad, la de la cimentación última del conocimiento. Sólo ella nos dará la clave para saber qué es el ser y qué el no ser, y para diferenciar vida verdadera de vida aparente y de muerte. Sólo la vida verdadera puede hacernos verdaderos. La verdad es la razón última de la existencia del mundo entero, también y sobre todo del hombre. La mentira no existe por sí: sólo existe como negación de la verdad. Allí donde hay verdad, la mentira no tiene existencia posible. Allí donde hay mentira, la verdad sigue existiendo, aunque encarcelada por la apariencia de verdad o por el no ser desnudo, que ambas cosas puede ser la mentira.