<<Aclamad al Señor toda la tierra,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con gritos jubilosos.
Reconoced que el Señor es Dios:
él nos ha hecho y somos suyos,
su pueblo, las ovejas que él guarda.
Entrad en sus pórticos dándole gracias,
alabadlo, bendecid su nombre:
porque el Señor es bueno, su amor es eterno,
y su lealtad perpetua por todas las edades>>.
(Salmo 100).